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Hacen todo lo posible por silenciarnos: la diáspora iraní enfrenta la intimidación del régimen


2023-01-11
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El Deber

Según el último informe de la ONG Iran Human Rights, con sede en Oslo, al menos 481 manifestantes han muerto en Irán, y más de un centenar se enfrentan a la pena de muerte.

Desde el inicio de la protesta contra el régimen en Irán, en septiembre de 2022, el gobierno ha utilizado todos los medios posibles para sofocar la movilización dentro y fuera del país. Amenazas a las familias, repetidas llamadas de agentes del régimen, intimidación... La diáspora iraní también está sometida a la incesante presión del régimen de Teherán.

 

Por Louise Huet

"Amenazan con meter a nuestros padres en la cárcel y torturarlos si no paramos", dice Sahar Nasseri, una mujer iraní que vive en Suecia desde 2010. Desde el anuncio de la muerte de la joven iraní Mahsa Amini, el 16 de septiembre de 2022, tras ser detenida por la policía de moralidad por un pañuelo considerado "mal llevado", el país se ha visto sacudido por una oleada de protestas contra el régimen islámico. 

Según el último informe de la ONG Iran Human Rights, con sede en Oslo, al menos 481 manifestantes han muerto en Irán, y más de un centenar se enfrentan a la pena de muerte.

 

Pero la sangrienta represión perpetrada por el régimen de los mulás no se limita a las fronteras del país. Sus ciudadanos en el extranjero que protestan contra el régimen también soportan el chantaje y las intimidaciones del régimen. Su objetivo: "silenciarnos", afirma Sahar Nasseri, e impedir que la diáspora "tienda puentes entre Irán y el resto del mundo para proporcionar a los iraníes la información que no tienen".

Estas amenazas no tienen precedentes. Sin embargo, con el movimiento nacional de protesta, la presión sobre los nacionales en el extranjero se ha intensificado.

Por ejemplo, un refugiado iraní en Finlandia, que prefiere permanecer en el anonimato por su seguridad y la de su familia, afirma haber visto a su propia hija de 30 años amenazada por el régimen. Según su padre, ésta, que vive en Teherán con su marido, recibió una llamada de los servicios de inteligencia al comienzo del movimiento de protesta, en septiembre de 2022: "Le pidieron que les diera mi número de teléfono, y ella prometió llamarme para convencerme de que me pusiera en contacto con ellos". Las autoridades amenazaron directamente a su hija, diciéndole que "saben dónde vive, lo saben todo sobre ella para que me convenza de que les llame", confió.

Del mismo modo, la hermana y los padres de Massi Kamari, refugiada iraní en Francia desde 2018 y activista política, fueron interrogados por los servicios de inteligencia del país sobre sus actividades el 1 de enero de 2023, asegura. "Si no nos llama, los detendremos", les amenazaron. 

Presionado, Massi decidió ponerse en contacto con ellos. "Si no detienes tus actividades, si no desactivas tu página de Instagram, enviaremos a tus padres a la prisión de Evin [cárcel de Teherán conocida por retener a presos políticos, nota de la redacción]", le advirtieron sus interlocutores.

Amenazas físicas y psicológicas

 

Para Simin*, franco-iraní opositora al régimen, las amenazas contra su familia son de otra naturaleza. "Quieren que mi familia pague por mis actividades políticas. Les amenazan con retirarles el trabajo, con expulsarlos de la universidad, con cortarles el acceso a sus cuentas bancarias", afirma.

Sahar Nasseri recibe regularmente llamadas y amenazas de muerte, pero nunca ha querido responder a las llamadas del régimen. En 2021, los servicios secretos pidieron a su madre que se pusiera en contacto con Sahar. "Querían que escribiera una carta al Líder Supremo y le pidiera perdón por mis actividades y opiniones. Querían que les explicara por qué me equivocaba al apoyar aquello para lo que trabajo. Luego tuve que grabarme recitando esta carta en video y enviársela, y publicarla en todas mis redes sociales", dice.

Según Massi, Sahar, Simin y su compatriota en Finlandia, el modus operandi de los servicios iraníes contra sus nacionales en el extranjero es sencillo: "Lo intentan todo para silenciar a la diáspora disidente. Según los cuatro opositores, "su método consiste en implicar a todas las personas cercanas que han permanecido en Irán y amenazarlas de forma más o menos directa. Chantaje moral, amenazas psicológicas contra la familia, torturas, intentos de soborno, reclutamiento de iraníes en el extranjero en nombre del régimen... El abanico de medios movilizados por el poder islámico para intimidar a sus ciudadanos es muy amplio”.

Sobre todo, el régimen hace recaer en los iraníes en el extranjero la responsabilidad de lo que pueda ocurrir a las familias. El iraní afincado en Finlandia relata el intercambio que mantuvo con la policía después de que amenazaran a su hija. "Por teléfono, un hombre me dijo: 'Oímos hablar mucho de usted', aunque no soy conocido, ni muy activo políticamente", cuenta. A pesar de todo, el hombre del teléfono sigue hablándole de su hija, machacándole: "Cuidamos de ella, sabemos dónde vive, siempre la vigilamos, estamos en contacto con ella". Una forma de que los servicios iraníes le recuerden que lo saben todo sobre ella, y sobre él, y que nada se les escapa.

Instaurar la paranoia

"Temo por mi hija. Pueden meterla fácilmente en la cárcel, usar la violencia y torturarla", dice sollozando. Además de intimidar a la diáspora, "las autoridades iraníes pretenden crear un estado de paranoia perpetua vigilándola”.

"Tengo cuidado de no hablar con gente que no conozco. Hay que desconfiar constantemente de los que te rodean, que pueden ser agentes dobles del régimen", dice Simin. "Confiar no es fácil", añade Massi Kamari. "Se aseguran de que estemos siempre en guardia. Cambié mi teléfono, puse cámaras de vigilancia en mi casa. Nos hacen dudar de nuestros propios amigos, mientras no tenemos noticias de nuestros seres queridos, a veces durante semanas", afirma el iraní.

Lo mismo ocurre con Sahar Nasseri, que casi no tiene contacto con su madre para intentar protegerla. "No sé qué les pasa a mis padres y ellos tampoco saben cómo estoy. Hacen que mi madre esté paranoica y preocupada todo el tiempo, porque le dicen que pueden hacer lo que quieran conmigo, que estoy hablando con gente que en realidad son espías y que pueden liquidarme en cualquier momento", dijo la activista. Desde el 1 de enero de 2023, Massi Kamari también ha cortado todos los lazos con su familia en Irán.

Negarse a cumplir las exigencias del régimen islámico va acompañado, por tanto, del peso de la culpa. En estas constantes llamadas y amenazas, las autoridades plantean un terrible dilema: elegir entre la seguridad de la familia y los seres queridos y los propios valores de libertad y democracia. "A veces siento que mi familia está enfadada conmigo. Pero nunca me siento culpable, porque sé que estoy haciendo lo correcto. A veces es duro tener tanta presión, pero sigo siendo optimista", dice Simin.

"El gobierno intenta sobornarnos con la promesa de hacer famosa y rica a nuestra familia si trabajamos para él", afirma Sahar Nasseri, activista de la Coalición HamAva. El mensaje es similar para los iraníes de Finlandia: "Es sencillo. Nos dicen: ‘Tú nos ayudas, nosotros te ayudamos’. ¿Pero a qué precio? Me sentiría culpable si le ocurre algo a mi familia, y me sentiría culpable si no hago nada contra el régimen islámico", resumen Sahar y su compatriota.

"La única responsable es la República Islámica de Irán”

"No me siento culpable, porque me digo a mí mismo que, pase lo que le pase a mi familia, el único responsable es el régimen de la República Islámica de Irán. Me preocupa lo que les ocurra a mis padres, pero ¿qué puedo hacer? No voy a ceder ante el régimen", afirma Massi Kamari. Para ella, aunque cediera a las exigencias de los servicios secretos, "siempre pedirían más".

A pesar del terrible ultimátum que se les ha impuesto, estos opositores muestran una sorprendente capacidad de resistencia. Para Sahar Nasseri, es una posición insostenible, pero la lucha por su país y su libertad es más fuerte. "Con mis padres aprendí lo que significa sacrificarse por el bien común. Estoy triste, tengo el corazón roto, pero intento no tener miedo", revela entre lágrimas. "Por eso acepto el miedo a perder a un ser querido antes que el miedo a que me silencien por lo que es justo. El padre de Finlandia se ve desgarrado por el mismo dilema interior que Sahar. "Temo por mi hija, pero no puedo hacer nada", suspira.

"Creo que las autoridades nos temen porque mostramos al resto del mundo sus defectos y, sobre todo, su crueldad", afirma Massi Kamari. "Somos la voz de los iraníes que no tienen voz en el país. Y al hacer lo correcto, amenazamos a la autoridad islámica", añade Simin. Mientras la República Islámica de Irán lucha por amordazar a su diáspora disidente, ésta se esfuerza más que nunca por hacerse oír y dar voz a su pueblo.

*El nombre ha sido cambiado por motivos de seguridad

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