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Los campos de refugiados rohinyás, ante el nacimiento de bebés fruto de violación


2018-05-18
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Página Siete

Los trabajadores sociales temen que, en las próximas semanas, muchos recién nacidos sean abandonados.

Nueve meses después del inicio de la campaña del ejército birmano contra la minoría rohinyá que provocó un éxodo masivo hacia Bangladés, en los campos de refugiados los trabajadores se preparan para el nacimiento de los niños fruto de las violaciones de los soldados.

En un inmenso campamento cubierto de carpas hasta donde alcanza la vista sobre las colinas desprovistas de vegetación, las trabajadoras humanitarias y voluntarias rohinyás se lanzan a una carrera contrarreloj para encontrar a mujeres que estén ocultando a su embarazo, por vergüenza al estigma en una sociedad muy tradicional.

Los trabajadores sociales temen que, en las próximas semanas, muchos recién nacidos sean abandonados y que mueran mujeres al dar a luz en secreto dentro del campamento de refugiados más grande del mundo.

Tosminara, que también es refugiada, pasó meses ayudando a escondidas a mujeres embarazadas tras una violación. La consigna era la discreción.

"Les damos una clave que pueden usar cuando llegan al hospital o al centro de salud. Entonces el guardia envía directamente a la mujer al lugar indicado", explica. "Muchas veces son tímidas. A veces tienen miedo de dar un paso adelante", afirma.

La campaña del ejército birmano, en respuesta a ataques de rebeldes rohinyás, empujó a una marea humana de 700.000 personas a huir a Bangladés. Los refugiados que llegaron relataron las masacres, las torturas y las violaciones en grupo.

La cantidad de embarazos fruto de violación sigue siendo una incógnita.

Pero un aumento de los nacimientos en el campo es "inevitable" dada "la violencia sexual que hubo en agosto y en septiembre del año pasado", estimó el representante de la ONU, Andrew Gilmour, secretario general adjunto de la organización para los derechos humanos.

Se espera "un cierto número de embarazos", confirmó Marcella Kraay de la oenegé Médicos Sin Fronteras (MSF).

Más allá de las violaciones, se estima que 48.000 mujeres deberían dar a luz este año en estos campamentos miserables ubicados al sur de Bangladés.

El líder comunitario rohinyás Abdur Rahim dijo conocer personalmente a dos mujeres violadas que salen de cuentas este mes.

"El ejército birmano las violó. Estos bebés son pruebas sólidas de sus crímenes", declaró a la AFP.

- "Humillada" -

En su búsqueda de mujeres que necesiten atención, las trabajadores deben enfrentar los tabús.

"A veces los vecinos les dicen 'No digas nada, vas a sentirte aún más humillada'. Entonces ellas no quieren venir", cuenta Nurjahan Mitu, una doctora que forma a las auxiliares de enfermería gracias a la ONU.

Algunas mujeres se presentaron en las clínicas para abortar, un procedimiento legal en Bangladés hasta las 12 semanas. Otras intentaron poner fin a sus embarazos con métodos artesanales, lo que les produjo "abortos complicado o incompletos", explicó Daniela Sofia, matrona de MSF.

Según Andrew Gilmour, que visitó los campamentos en Cox's Bazar en marzo, hubo casos de chicas de incluso 14 años que intentaban provocarse abortos.

Daniela Sofia ayudó a una chica de 16 años a abortar cuando la adolescente se presentó a escondidas en la clínica, muy asustada de que su familia pudiera descubrirlo.

Dijo que había quedado embarazada tras ser víctima de una violación en grupo.

"Nadie sabía de esta violación. Su familia no lo sabía", contó.

En las calles del campamento, los niños pululan por todas partes, pero las adolescentes parecen no existir, ya que el conservadurismo de las familias las obliga a quedarse recluidas en las chozas.

La falta de personal hace que sea difícil saber cuántas mujeres sufren en silencio en los campamentos.

"Es imposible para nosotros ir puerta a puerta", se lamenta Emu Roy, una comadrona bangladesí.

- Adopción -

Los trabajadores humanitarios temen que las familias casen a las niñas a la fuerza o que los bebés terminen abandonados.

"No solamente uno se enfrenta a una mujer traumatizada, sino que se suma un niño no deseado", dice Marcella Kraay de MSF. Entre agosto de 2017 y marzo de 2018, la oenegé francesa asistió a 311 víctimas de violación, de edades entre 9 y 51 años, estimando que esto es solo "la punta del iceberg".

El mes pasado, la ONU incluyó al ejército birmano en la lista de grupos o de rebeliones que utilizan la violación como arma de guerra.

En un momento en que se acerca la fecha fatídica de los nueve meses, las organizaciones humanitarias se preparan para asistir a los lactantes abandonados y entregarlos a mujeres que están dispuestas a alimentarlos.

"Nosotros queremos que todos los niños, sin importar las circunstancias o el lugar donde nacieron, crezcan en un ambiente feliz", asegura Beatriz Ochoa de la ONG Save The Children.

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