Declaratoria del TCP sobre trabajo infantil
Finalmente ha sucedido algo que era necesario que pase: que se declare inconstitucional el artículo de una ley que en Bolivia permitía el trabajo infantil desde los 10 años.
Finalmente ha sucedido algo que era necesario que pase: que se declare inconstitucional el artículo de una ley que en Bolivia permitía el trabajo infantil desde los 10 años. Mientras todos los países en desarrollo procuran avanzar hacia una situación en la que los niños no trabajen, en Bolivia, mediante el artículo 129 del Código Niña, Niño y Adolescente, aprobado en 2014, se rebajó la edad de trabajar.
Inglaterra y otros países europeos empezaron a enfrentar el problema del trabajo infantil en el siglo XIX, y nuestro país, 150 años después, al aprobar el artículo referido, fue en sentido exactamente contrario.
El Tribunal Constitucional recibió en diciembre de 2014 un recurso de inconstitucionalidad de la citada norma por parte del exdefensor del Pueblo, Rolando Villena. El Tribunal, violando sus propios reglamentos internos, demoró dos años y medio en emitir un fallo, y finalmente lo hizo en julio de 2017. Sin embargo, éste fue recién dado a conocer públicamente la semana pasada, en un nuevo ejemplo del trabajo desprolijo realizado por el Tribunal.
Como sea, hay que destacar que la decisión es correcta: tanto la Constitución Política del Estado como el Convenio 138 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que Bolivia ha suscrito, prohíben que menores de 15 años (o la edad mínima de estudio primario obligatorio) desarrollen labores. Desde 1973 que internacionalmente se demanda que quienes sean menores de esa edad no trabajen y que los Estados involucrados hagan todos los esfuerzos y tomen las medidas necesarias para hacer cumplir aquello o avanzar en su cumplimiento.
De manera insólita, en julio de 2014, se introdujo en el Código Niña, Niño y Adolescente esa actitud retrógrada, ese retorno a décadas anteriores.
Bolivia tiene unos 400 mil menores de 14 años que trabajan, a veces en condiciones peligrosas e indignas, incluso desarrollando labores en socavones de las minas. Otros, que tienen más suerte, ayudan a sus padres en labores menos extenuantes, como colaborar en un restaurante o en un puesto de venta. Aunque la contribución a la economía familiar es parte de nuestra cultura, queda claro que ello debe evitarse y promover un desarrollo educativo integral para los niños.
Los niños deben, por su propia naturaleza, estar en un entorno seguro. Deberían usar la mayor parte del tiempo en actividades educativas, de recreación y de descanso. Un país pobre como Bolivia, que tiene uno de los índices más preocupantes en este tema en América Latina, no puede aspirar obviamente a que, de la noche a la mañana, erradique el trabajo infantil, pero sí debería aprobar las políticas necesarias para lograr aquello en el mediano plazo.