Una cumbre para reformar la justicia
El Presidente reconoció que uno de los (mayores) problemas que tiene el Estado boliviano es la calidad de la justicia y que se haría una "revolución” para darle solución a su profunda crisis.
Una noticia alentadora, por los plazos establecidos, es la que dio el presidente Evo Morales en su discurso del pasado viernes 22 de enero -cuando cumplió una década en el poder-, al anunciar que la esperada Cumbre de Justicia se realizará en abril de este año.
El Presidente reconoció que uno de los (mayores) problemas que tiene el Estado boliviano es la calidad de la justicia y que se haría una "revolución” para darle solución a su profunda crisis. En su opinión, el encuentro anunciado es el espacio propicio para afrontar y resolver esos problemas, y adelantó que en este espacio se tratarán los aspectos de servicios de justicia, los procesos, recursos humanos, recursos financieros e infraestructura. Asimismo, mencionó que los ejes temáticos por tratar son la designación de altas autoridades, la retardación de justicia, el acceso a la justicia, la formación y control de servidores judiciales y la lucha contra la corrupción en el sistema judicial, entre otros.
"Tenemos esta gran responsabilidad, que Estado, pueblo, movimientos sociales, tengamos la capacidad de cómo poner fin a la mala imagen de la justicia. Con la experiencia que tenemos, podemos”, afirmó Morales.
La realización de esta cumbre, que se adelantó se realizará en la ciudad de Sucre y albergará hasta 3.000 personas, ha sido visto por el Primer Mandatario y el Ejecutivo como el espacio ideal para emprender la transformación y "revolución” que, sin lugar a discusión, necesita la justicia boliviana. Sin embargo, aunque seguramente de la anunciada cumbre surgirán valiosas conclusiones, es casi obvio que en un espacio así -diverso y participativo- no se lograrán encontrar las soluciones profundamente estructurales que reclama la justicia en todos sus ámbitos. No porque la diversidad y la participación de amplios sectores no sea positiva, sino porque lo es para ciertos propósitos y resulta insuficiente para otros.
A saber: para realizar un diagnóstico y enumerar los problemas por resolver puede ser muy provechosa la deliberación y participación de todos los sectores y actores sociales, pero para definir los pasos concretos de una reforma de la talla de la que se precisa se requiere el concurso de los mejores expertos y las mejores estrategias, sin mencionar la voluntad política -de respetar la independencia de poderes, por ejemplo- para que estas transformaciones puedan ser impulsadas.
Un buen ejemplo de lo dicho ha sido la estrategia marítima, a la cual se convocó a los mejores exponentes del país independientemente de su filiación política. Los resultados hablan por sí mismos. Debiera recogerse esta experiencia para hacer una reforma seria.