Embarazo adolescente
Cada año, el embarazo adolescente trunca el desarrollo de miles de personas en el país
Las diferentes investigaciones sobre el embarazo y la maternidad de las adolescentes, así como los testimonios recabados al respecto, dan cuenta de que este fenómeno no solo trunca y retrasa las posibilidades de desarrollo de millones de personas cada año, sino también el de sus familias y, por extensión, el de toda la sociedad; amén de poner en riesgo su vida y su salud.
Como es de suponer, el país no es ajeno a este fenómeno. Por caso, días atrás el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) presentó un estudio sobre la situación de las madres adolescentes en 14 municipios del occidente del país (La Paz, Cochabamba, Potosí y Chuquisaca), a partir de 3.966 historias clínicas prenatales. Según esta investigación, entre las principales consecuencias de los embarazos precoces se encuentra el abandono de la pareja o de la familia, frustración emocional, proyectos de vida truncados, discriminación y riesgos en la salud al no tener aún un cuerpo preparado para la maternidad.
Y es que, ya sea por la necesidad de tener que trabajar o por la presión social, el abandono de la formación académica suele ser una de las primeras consecuencias de la maternidad precoz. Por otra parte, distintos estudios alertan que el embarazo adolescente es una de las principales causas detrás del abandono de los niños, de la violencia de los padres contra sus hijos, la desintegración de las familias y su escasa movilidad social.
Tampoco se puede olvidar que la gestación en la adolescencia también tiene consecuencias importantes en la salud. De acuerdo con estimaciones de UNFPA, al año mueren 70.000 jóvenes en países en desarrollo debido a las complicaciones y abortos mal practicados. A esto se debe sumar el hecho de que el bajo peso al nacer, la desnutrición y los procesos infecciosos son significativamente mayores entre los hijos de adolescentes, quienes además enfrentan mayores riesgos médicos.
Estamos, pues, frente a una preocupante realidad que condena a miles de madres adolescentes así como a sus hijos a vivir en una situación de pobreza el resto de sus días (según datos del último censo, aproximadamente 66.000 mujeres cuyas edades oscilan entre los 15 y 19 años declararon que tienen al menos un hijo; es decir, que de cada 100 adolescentes 12 ya son madres).
Si se desea romper el círculo de subdesarrollo que afecta a todas estas muchachas y a sus familias, urge implementar una política de Estado seria y coherente, que se traduzca en acciones concretas que ataquen las causas de este fenómeno social, que van desde la trivialización de la sexualidad, el descuidado manejo del erotismo en medios de comunicación, la pubertad a edades cada vez más precoces y, naturalmente, las fallas de las familias, de la sociedad y del Estado al abordar el problema.