Violencia infantil
Por su inocencia y su necesidad de cuidado y amor, pocas acciones generan tanta indignación como la violencia y el abuso en contra de niños pequeños. Por ello, el hecho de que una niña de un año y medio pueda perder la vista de un ojo como consecuencia de los golpes recibidos por su padre, y que otro de tres años haya muerto a raíz de la golpiza que le dio el hombre llamado a cuidarlo debería provocar la indignación de toda la sociedad boliviana. Pero no una indignación que congregue nuestra ira hacia los culpables, transformándolos en meros chivos expiatorios.
Esto podría funcionar como un paliativo temporal, sin embargo no atacaría las causas detrás de la violencia en contra de los niños. Un fenómeno que lamentablemente se ha incrementado en los últimos años. Por ejemplo, según estimaciones de la Defensoría de la Niñez, solamente en la sede de gobierno este año se han registrado 109 casos de violaciones contra menores, 20 más que en 2013. Estas cifras y los hechos que aquí se comentan nos recuerdan, una vez más, que nuestra indignación se debería traducir en acciones concretas en contra de los abusos sexuales y de la violencia contra los niños y niñas, con campañas individuales y colectivas que identifiquen al enemigo y a la vez propongan soluciones claras, medibles y alcanzables para enfrentarlo.