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Fundamentalismos y derechos humanos


2014-01-14
http://www.paginasiete.bo/opinion/2014/1/8/fundamentalismos-derechos-humanos-10678.html
Página Siete

Spogmai, de 10 años, se disponía silenciosamente a morir. Aunque no se lo habían consultado, lo suyo debía ser un suicidio y debía concretarse en la capital Kabul (Afganistán), al detonar el chaleco cargado de explosivos que llevaba encima después que su hermano se lo colocara. Estaba decidido que muriera por la causa talibán, que ha practicado la violencia terrorista como forma de lucha hace varios lustros en ese país.

Spogmai, sin embargo, a los 10 cortos años, decidió romper la cadena establecida por encima de ella, su voluntad y su vida: minutos antes de que se concretara la detonación de los explosivos que cargaba en su cuerpo frente a un puesto de control militar, la niña empezó a gritar y llorar, y se entregó voluntariamente a las fuerzas de seguridad contra las que tenía que atentar. La pequeña aseguró que todos en su familia son seguidores de los talibanes y que su hermano -que fue quien la entregó autoritariamente a la misión afortunadamente frustrada- llegó incluso a retener y degollar a un soldado afgano. Afirmó que acudió a las fuerzas de seguridad porque tuvo miedo de la reacción de su padre (obviamente, también tuvo miedo de morir). Las denuncias sobre la presencia de niños y niñas en las misiones suicidas de los grupos fundamentalistas talibanes han sido varias veces presentadas y siempre negadas por las organizaciones que los reúnen; en varias oportunidades se ha registrado la presencia de menores de edad en hechos de terrorismo suicida. Los talibanes -movimiento fundamentalista islámico- ejercen un control férreo en la orientación de las escuelas de Afganistán (las madras), a pesar de la presencia de las fuerzas militares internacionales y las ONG, que intentan cambiar la lógica de violencia que impera en esa nación muchas veces cuestionada por sus actividades de terrorismo y violación de los derechos humanos, especialmente de las mujeres y los niños. Afganistán es además uno de los países donde más evidente se hace que donde impera el dogma irreflexivo es imposible que impere la democracia; y en un contexto antidemocrático -aunque haya presencia de autoridades electas- es impensable que los derechos individuales más elementales sean tomados en consideración. Las décadas de atraso e involución de la sociedad afgana representan uno de los retratos más tristes -pero también fieles- de cuánto se extravían los liderazgos (políticos, religiosos o la combinación de ambos) cuando pretenden contener el cambio social y el desarrollo por la violencia y el terror. Afganistán es además uno de los países donde más evidente se hace que donde impera el dogma irreflexivo es imposible que impere la democracia.

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