1 de cada 3 niños y niñas está expuesto a una grave escasez de agua
Un nuevo informe advierte que el cambio climático en el mundo, con un suministro de agua cada vez más escaso y unos servicios hídricos inadecuados, también está cambiando a la infancia y alterando su salud mental y física
NUEVA YORK, 13 de noviembre de 2023 – Según un nuevo informe de UNICEF, 1 de cada 3 niños y niñas –es decir, 739 millones en todo el mundo– vive ya en zonas expuestas a una escasez de agua elevada o muy elevada, y el cambio climático amenaza con empeorar aún más esta situación.
Además, la doble carga de la disminución de la disponibilidad de agua y la insuficiencia de los servicios de agua potable y saneamiento agrava el problema y pone a los niños y niñas en una situación de riesgo aún mayor.
El cambio climático está transformando la infancia, publicado antes de la cumbre sobre el cambio climático COP28, pone de relieve la amenaza que supone para los niños y niñas la vulnerabilidad hídrica, una de las formas en que se dejan sentir los efectos del cambio climático. El informe ofrece un análisis de las repercusiones de los tres niveles de inseguridad hídrica en el mundo: la escasez de agua, la vulnerabilidad hídrica y el estrés hídrico*.
El informe, un suplemento de la publicación de UNICEF sobre el Índice de Riesgo Climático de la Infancia de 2021, también describe muchas otras formas en las que los niños y niñas sufren los efectos de la crisis climática, como las enfermedades, la contaminación atmosférica y los fenómenos meteorológicos extremos como las inundaciones y las sequías. Desde el momento de la concepción hasta la edad adulta, la salud y el desarrollo del cerebro, los pulmones, el sistema inmunitario y otras funciones fundamentales de los niños y niñas resultan afectados por el entorno en el que crecen. Por ejemplo, los más pequeños son más propensos a sufrir los efectos de la contaminación atmosférica que los adultos. Por lo general, respiran más deprisa que los adultos y sus cerebros, pulmones y otros órganos aún se están desarrollando.
“Las consecuencias del cambio climático son devastadoras para la infancia”, afirmó Catherine Russell, Directora Ejecutiva de UNICEF. “Sus cuerpos y mentes son especialmente vulnerables a la contaminación, las enfermedades mortales y el calor extremo. El cambio climático no solo está cambiando su mundo –con fuentes de agua que se secan y fenómenos meteorológicos aterradores cada vez más violentos y frecuentes– sino también su bienestar, ya que afecta a su salud mental y física. Los niños y niñas exigen cambios, pero con demasiada frecuencia sus necesidades quedan relegadas a un segundo plano”.
Según las conclusiones del informe, la mayor parte de los niños y niñas de las regiones de Oriente Medio y África del Norte y Asia Meridional están expuestos al problema, lo que significa que viven en lugares donde los recursos hídricos son limitados y hay elevados niveles de variabilidad estacional e interanual, descenso de la capa freática o riesgo de sequía.
Demasiados niños y niñas –436 millones– se enfrentan a la doble carga de una escasez de agua elevada o muy elevada y unos niveles de servicio de agua potable bajos o muy bajos (lo que se conoce como vulnerabilidad hídrica extrema), lo que pone en peligro sus vidas, su salud y su bienestar. Es una de las principales causas de muerte de menores de 5 años por enfermedades prevenibles.
El informe muestra que los más afectados viven en países de ingresos bajos y medios de África Subsahariana, Asia Central y Meridional, y Asia Oriental y Sudoriental. En 2022, 436 millones de niños y niñas vivían en zonas de extrema vulnerabilidad hídrica. Algunos de los países más afectados son Níger, Jordania, Burkina Faso, Yemen, Chad y Namibia, donde 8 de cada 10 niños y niñas sufren este tipo de exposición.
En estas circunstancias, la inversión en agua potable y servicios de saneamiento son una primera línea de defensa esencial para proteger a los niños y niñas de los efectos del cambio climático. El informe advierte que el cambio climático también está provocando un aumento del estrés hídrico, que es la relación entre la demanda de agua y los suministros renovables disponibles. Para 2050, se prevé que 35 millones más de niños y niñas estarán expuestos a niveles elevados o muy elevados de estrés hídrico. Oriente Medio y África del Norte, y Asia Meridional, son las regiones que se enfrentan actualmente a los mayores cambios.
A pesar de su vulnerabilidad excepcional, a los niños se les ha pasado por alto o se les ha desatendido en gran medida en los debates sobre el cambio climático. Por ejemplo, solo el 2,4% de la financiación para el clima procedente de los principales fondos multilaterales para el clima apoya proyectos que incorporan actividades que tienen en cuenta a la infancia.
En la COP28, UNICEF hace un llamamiento a los dirigentes mundiales y a la comunidad internacional para que tomen medidas cruciales con y para los niños y niñas con el fin de garantizar un planeta habitable mediante las siguientes acciones:
- Incluir a los niños y niñas en la decisión final de la COP28 y convocar un diálogo de expertos sobre la infancia y el cambio climático.
- Incorporar a la infancia y la equidad intergeneracional en el Balance Mundial.
- Incluir a la infancia y los servicios esenciales resilientes al clima en la decisión final sobre el Objetivo Mundial relativo a la Adaptación.
- Garantizar que el Fondo de Pérdidas y Daños y los acuerdos de financiación tengan en cuenta a la infancia y que sus derechos se integren en la gobernanza y el proceso de toma de decisiones del fondo.
Más allá de la COP28, UNICEF pide a las partes que tomen medidas para proteger la vida, la salud y el bienestar de la infancia –incluida la adaptación de los servicios sociales esenciales–, capaciten a todos los niños y niñas para que sean defensores del medio ambiente, y cumplan los acuerdos internacionales sobre sostenibilidad y cambio climático, incluida la rápida reducción de las emisiones.
“Los niños, niñas y jóvenes no han dejado de hacer llamamientos urgentes para que se escuche su voz, pero apenas desempeñan un papel oficial en las políticas y decisiones sobre el clima. Rara vez se les tiene en cuenta en los planes y acciones existentes de adaptación, mitigación o financiación del clima”, afirmó Russell. “Es nuestra responsabilidad colectiva escucharles y situar a la infancia en el centro de la acción climática más urgente”.