La práctica del matrimonio forzado desencadena embarazos no deseados o complicaciones de riesgo al atravesarlos. En la actualidad se registran 10 mil embarazos en niñas menores de 15 años, y las dificultades relacionadas con el embarazo y el parto son principal causa de muerte en la franja de 15 a 19 años en todo el mundo

Unas 12 millones de niñas y adolescentes en Latinoamérica son forzadas a unirse con varones en matrimonios legitimados como tradiciones culturales y sociales, y se estima que unxs 150 millones correrán el mismo horror para 2030, de no llegar a resolverse las crisis sanitarias, de desempleo, precariedad alimentaria y de sobreexplotación de los servicios médicos, que la pandemia terminó de estallar.

La falta de información es un factor central de los Matrimonios y Uniones Infantiles, Tempranas y Forzadas (Muitf): muchos países no cuentan con estadísticas ni hacen cruces de datos, porque las uniones forzadas son vistas “como algo normal”, sostuvo la psicóloga Gabriela García Patiño, defensora de Girls Not Brides para América Latina y el Caribe, durante el conversatorio “Matrimonio y uniones forzadas en Latinoamérica”, que difundió CimacNoticias. “En 23 países de Latinoamérica se encontró que en más del 30 % la diferencia de edad es de 4 a 9 años, y en un 20 % es de más de 10 años”, advirtió García Patiño.

La práctica del matrimonio forzado desencadena embarazos no deseados o complicaciones de riesgo al atravesarlos. En la actualidad se registran 10 mil embarazos en niñas menores de 15 años, y las dificultades relacionadas con el embarazo y el parto son principal causa de muerte en la franja de 15 a 19 años en todo el mundo, según estudios del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa). El informe “Aceleración del progreso hacia la reducción del embarazo en la adolescencia en América Latina y el Caribe -de Unfpa, Unicef y Organización Mundial de la Salud (OMS)- revela una tasa mundial de embarazo en adolescentes estimada en 46 nacimientos por cada mil niñas, mientras que en América Latina y el Caribe es de 56.5 nacimientos por cada mil niñas, lo que la posiciona como la segunda más alta en el mundo, por encima de África.

“Somos de las regiones que han empezado a ver esto como un problema de manera muy tardía (…). En Latinoamérica hay muchas formas para nombrar el matrimonio infantil, pero aún no se asume del todo", dijo la defensora. "Hay que empezar a mostrar esta problemática y en qué situación se encuentra." La educación es una poderosa estrategia, concluyó, para acabar con estas lógicas patriarcales de subordinación, desigualdad y poder sobre los cuerpos de niñas y adolescentes. “Y para garantizar que puedan desarrollar su potencial, ya que cuanto más tiempo permanece una niña en la escuela, es menos probable que se case antes de los 18 años y tenga hijxs durante la adolescencia.”